Políticas de colaboración y prácticas culturales: redimensionar el trabajo del arte colaborativo y las pedagogías

Rodrigo, Javier (2011)"Políticas de colaboración y prácticas culturales: redimensionar el trabajo del arte colaborativo y las pedagogías" Inmersiones 2010. Proyecto Amarika y Diputación Foral de Álava Vitoria-Gasteiz. Pp: 230-249. Accesible on-line:http://www.inmersiones10.net/

desgargable en versión revisada e ilustrada con imágenes aquí 



 Introducción: desde dónde situar el trabajo de prácticas culturales en el marco de la intervención educativa y el trabajo con redes

Actualmente el trabajo cultural en diversas disciplinas ha cobrado nueva significación a tenor de una serie de prácticas artísticas y grupos que sitúan sus prácticas en relación a contextos específicos de intervención y bajo parámetros que beben tanto desde las prácticas culturales contemporáneas de arte en contexto, como del trabajo de educación popular y o los movimientos sociales y el activismo. Bajo este escenario términos como arte comunitario, desarrollo cultural comunitario, estética social o dialógica, o arte socialmente comprometido (1) han tenido su protagonismo e importancia, tanto en exposiciones, como en eventos y otros campos profesionales donde cada vez se tienen más en cuenta la práctica artística como un factor de cambio social o intervención socio-educativa. Éste es un campo demarcado bajo “el giro social” (Bishop ,2006) que no resulta exento de problemáticas o controversias. Simultáneamente hemos experimentado cómo este “giro social” ha sido concatenado por el “giro educativo” de las prácticas culturales. En este nuevo giro, se busca de nuevo identificar elementos innovadores y transgresores en las prácticas artísticas que lo demarquen como práctica de vanguardia o diferente: es decir otra “nueva ola”. Bajo este paradigma nos encontramos entonces una serie de propuestas culturales bajo un conjunto muy variopinto de iniciativas en las que se trabajan a partir de herramientas y formatos propios del mundo educativo, se replantean las nuevas formas de producir conocimiento ante el marco de los programas de educación superior o se generan proyectos alternativos de educación que recuperan el espíritu de la Nueva Escuela o del cooperativismo y la educación popular. En este giro también afecta de lleno a la institución del arte por antonomasia, el museo. Éste parece situarse como otra academia, que desde el conocimiento producido por los artistas y el trabajo de los productores culturas puede suponer una alternativa a otros modelos de escuelas. Este giro, no obstante, como hemos señalado en otros textos no está exento de contradicciones y discursos entrecruzados2. Sin embargo bien supone una nueva redimensión de las prácticas culturales entendiendo que las políticas culturales y las políticas educativas están más cercanas y relacionadas que nunca. Este factor educativo supone una condición nueva para producir y construir críticamente cultura.

Con este complejo escenario en mente, este texto pretende partir de un posicionamiento marcado por las prácticas de arte colaborativas, y en concreto por intentar discernir qué supone el trabajo de prácticas colaborativas en relación a políticas culturales y educativas. Para ello intentaremos no tanto fijarnos en modas o tendencias en el campo de arte, sino en las relaciones políticas que se generan entre las diversas instituciones y agentes que se relacionan por medio de los proyectos. A partir de esta perspectiva narraremos dos tipos ejemplos dentro del proyecto cultural de TRANSDUCTORES, partiendo de esta dimensión colaborativa y sus consecuencias dentro del marco de una pedagogía colectiva.

1 Entre otras publicaciones resaltamos Goldbard (2006), Kester (2004) o en contexto catalán Ricart y Saura (2009).
2 Al respecto se puede profundizar en el texto: Rodrigo, Javier (2010b).